Suelo pasar por esceptica, hasta a veces irónica pero no es porque carezca de sensibilidad o sea muy fria.
Sino porque creo que hay algunas cosas que son innombrables, que el tratar de decirlas es imposible, arruina su mística. Son palabras cargadas de tanto poder, tan puras y tan enérgicas que al decirlas, te quemas.
Me gusta llamar decirles las «innombrables» y el trabajo del escritor es casi como el de un artista que intenta pincelada a pincelada acercarse lo más que pueda a ellas. Es un trabajo muy riesgoso, si te acercas mucho te quemas, si te acercas poco no logras descifrarlas.