El campesino fue camino a su campo justo cuando el sol asomaba. Bajando la colina vio al maestro haciendo yoga. Su figura parecía flotar en el horizonte del campo. Lo saludó con la cabeza. El maestro lo miró sonriendo.
– Maestro, ¿cuántos «Saludos al Sol»?, preguntó.
El Maestro con las manos cruzadas en su pecho contestó: «Uno».
El campesino siguió camino. Estuvo todo el día trabajando. Preparando el campo para la siembra, dandole de comer a los animales. Paró un rato al mediodía y comió junto con su caballo. Cuando vio que el sol empezaba a bajar, comenzó su camino de regreso.
Casi llegando a su casa vio al maestro haciendo yoga. Su figura parecía flotar en el horizonte del campo. Lo saludó con la cabeza. El maestro lo miró sonriendo.
– Maestro, ¿cuántos «Saludos al Sol»?, preguntó.
El Maestro con las manos cruzadas en su pecho contestó: «Uno».